¿Cuál es el origen del actual recrudecimiento en el enfrentamiento? ¿Cómo se había llegado a una tregua en primer lugar? ¿Y por qué colapsó tan dramáticamente?
Cuando Israel desmanteló sus asentamientos y se retiró de la Franja de Gaza en 2005, esperaba que lo que quedaría era una frontera pacífica.
Pero el deseo de los grupos palestinos radicales de continuar la lucha disparando cohetes hacia Israel hizo añicos cualquier esperanza de paz o de la posibilidad de tener cruces abiertos.
Israel todavía controlaba el espacio aéreo de la Franja de Gaza, así como el marítimo y los vitales cruces terrestres hacia el territorio.
Un patrón de cohetes disparados, incursiones israelíes y la clausura de los cruces ayudaron a acumular las tensiones adentro de la Franja.
La eventual interrupción de suministros, entre ellos el combustible, llevó a muchos palestinos a argüir que la retirada de Israel no era muy significativa y que de hecho eran víctimas de un sitio económico dentro de una prisión gigante.
La tregua de junio de 2008 intentaba romper el círculo vicioso y propiciar un período de calma. Para Israel significaba que sus comunidades sureñas no serían atacadas y para Hamas representaba cierto reconocimiento: Israel y Hamas habían -en efecto- conversado entre ellos a través de los egipcios.
Además le ofrecía a Hamas un respiro en el cual podía solidificar su gobierno.
La tregua se estableció después de una gran operación terrestre israelí dentro de la Franja de Gaza a principios de 2008, que a su vez respondía a atentados con cohetes de más largo alcance contra sus poblaciones.
La tregua, fuera como fuera, trajo algo de estabilidad.
El lanzamiento de cohetes disminuyó dramáticamente.
Pero a medida que el período de seis meses llegaba a su fin, ambas partes empezaron a maniobrar para imponer las condiciones para su reanudación.
Lejos de estar satisfecho con los limitados beneficios económicos que se derivaron del arreglo, Hamas exigía que los cruces fueran abiertos.
Además, se oponía a la decisión de Israel de atacar a los militantes de sus filas que operaban cerca de la frontera, algo que Israel consideraba como una manera legítima de prevenir ataques contra sus propias fuerzas.
Así, aumentó el número de ataques con Hamas indicando -a través de sus blancos y el alcance de las armas que estaba usando- que estaba dispuesto a arriesgar más.
Israel entendió las señales y decidió que iba a definir las reglas del juego, lanzando una dramática serie de ataques aéreos contra blancos vinculados con Hamas.
Aún no se sabe en qué va a terminar esto. Israel probablemente ya dejo en claro su posición. Hamas querrá mostrar que puede seguir resistiendo.
Pero lo más posible es que haya otra tregua o algún entendimiento tácito entre los protagonistas por un período indeterminado.
Pero la situación continuará siendo frágil.
Lo que está ocurriendo es la más reciente batalla en lo que, en términos prácticos, es una esporádica pero cada vez más amarga guerra entre Hamas e Israel.
La operación fue considerada en Israel como un éxito relativo, pero también puso en evidencia las limitaciones de la acción militar: el lanzamiento de cohetes nunca cesó.
Análisis por Jonathan Marcus, BBC
Cuando Israel desmanteló sus asentamientos y se retiró de la Franja de Gaza en 2005, esperaba que lo que quedaría era una frontera pacífica.
Pero el deseo de los grupos palestinos radicales de continuar la lucha disparando cohetes hacia Israel hizo añicos cualquier esperanza de paz o de la posibilidad de tener cruces abiertos.
Israel todavía controlaba el espacio aéreo de la Franja de Gaza, así como el marítimo y los vitales cruces terrestres hacia el territorio.
Un patrón de cohetes disparados, incursiones israelíes y la clausura de los cruces ayudaron a acumular las tensiones adentro de la Franja.
La eventual interrupción de suministros, entre ellos el combustible, llevó a muchos palestinos a argüir que la retirada de Israel no era muy significativa y que de hecho eran víctimas de un sitio económico dentro de una prisión gigante.
La tregua de junio de 2008 intentaba romper el círculo vicioso y propiciar un período de calma. Para Israel significaba que sus comunidades sureñas no serían atacadas y para Hamas representaba cierto reconocimiento: Israel y Hamas habían -en efecto- conversado entre ellos a través de los egipcios.
Además le ofrecía a Hamas un respiro en el cual podía solidificar su gobierno.
La tregua se estableció después de una gran operación terrestre israelí dentro de la Franja de Gaza a principios de 2008, que a su vez respondía a atentados con cohetes de más largo alcance contra sus poblaciones.
La tregua, fuera como fuera, trajo algo de estabilidad.
El lanzamiento de cohetes disminuyó dramáticamente.
Pero a medida que el período de seis meses llegaba a su fin, ambas partes empezaron a maniobrar para imponer las condiciones para su reanudación.
Lejos de estar satisfecho con los limitados beneficios económicos que se derivaron del arreglo, Hamas exigía que los cruces fueran abiertos.
Además, se oponía a la decisión de Israel de atacar a los militantes de sus filas que operaban cerca de la frontera, algo que Israel consideraba como una manera legítima de prevenir ataques contra sus propias fuerzas.
Así, aumentó el número de ataques con Hamas indicando -a través de sus blancos y el alcance de las armas que estaba usando- que estaba dispuesto a arriesgar más.
Israel entendió las señales y decidió que iba a definir las reglas del juego, lanzando una dramática serie de ataques aéreos contra blancos vinculados con Hamas.
Aún no se sabe en qué va a terminar esto. Israel probablemente ya dejo en claro su posición. Hamas querrá mostrar que puede seguir resistiendo.
Pero lo más posible es que haya otra tregua o algún entendimiento tácito entre los protagonistas por un período indeterminado.
Pero la situación continuará siendo frágil.
Lo que está ocurriendo es la más reciente batalla en lo que, en términos prácticos, es una esporádica pero cada vez más amarga guerra entre Hamas e Israel.
La operación fue considerada en Israel como un éxito relativo, pero también puso en evidencia las limitaciones de la acción militar: el lanzamiento de cohetes nunca cesó.
Análisis por Jonathan Marcus, BBC
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